Producción industrial de sal
Con la invención del frigorífico la sal pierde la que había sido hasta ese momento su principal función: la conservación de alimentos. No obstante, la revolución industrial trajo consigo numerosas nuevas posibilidades para este producto, desde la producción de plásticos, o como base para la elaboración de medicamentos, hasta su uso para el tratamiento del agua de mar (!).

Sal Industrial
Pero en todos estos casos no se tratará nunca de sal marina o mineral, sino de enormes cantidades del compuesto químico “cloruro sódico” (NaCL), también llamado habitualmente “sal común.” Este compuesto se obtiene calentando la sal pura repetidas veces y lavándola después en una solución salínica. Se inician entonces procesos de recristalización y oxidación que eliminan casi por completo todos aquellos minerales y oligoelementos que son de vital importancia para el organismo.
A consecuencia de la enorme demanda industrial, cada vez se refina más sal y se deja menos en su estado natural. El resultado es que más del 90%(!) de la producción de sal mundial no se destina al consumo, sino a la elaboración de productos industriales. Este es un aspecto que se refleja claramente en el precio del producto: la sal natural más económica es hoy treinta veces más cara que la misma cantidad de cloruro sódico, lo que ha llevado a que, tanto la industria alimentaria como los comercios, apuesten desgraciadamente cada vez más por la solución química – mucho más barata – que por la sal pura, en su estado natural.
Hasta hace pocos años no había motivo alguno para dudar de esta decisión, pero el resultado de las investigaciones realizadas hasta la fecha muestra un claro rechazo frente al uso de NaCL como sal común pues, este compuesto, elaborado químicamente y despojado de todos sus elementos vitales, ya no tiene nada que ver con la sal marina en su estado originario.
A menudo, a los diferentes tipos de sal – que son todos aquellos en los que no se aclare específicamente que no están tratados – se les añade flúor y yodo artificial. Muchos de estos compuestos halógeno orgánicos provocan alergias y son dañinos para la salud. Además, la sal común contiene muchas veces otro tipo de aditivos, como carbonato cálcico y magnésico e hidróxido de aluminio, que impide que el grano se apelmace. (El aluminio es un metal ligero que, según las últimas investigaciones, se acumula en el cerebro y podría estar en relación con la enfermedad de Alzheimer.